Paren el Ruido

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jueves, noviembre 02, 2006

Hariri

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Dice el menti-voz de la Casa Blanca, Tony Snow:

Washington está "cada vez más preocupado por la creciente evidencia de que los gobiernos de Siria e Irán, Hezbolá y sus aliados libaneses están preparando planes para derrocar el gobierno (...) del primer ministro (Fouad) Siniora", indicó Reuters.

Snow agregó que Estados Unidos cree que una de las intenciones de Siria es impedir que el gobierno libanés apruebe una ley para crear un tribunal que juzgue a aquellos que están acusados de estar involucrados en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri.


¿Habíase visto sobre esta redonda Tierra tal cinismo? El sentido común nos indica que ni Siria, ni Irán, ni Hezbolá (los tres claramente en la mira de los psicópatas de Washington y Tel Aviv) tenían nada que ganar con el asesinato de Hariri, y en cambio sí mucho qué perder, como vemos ahora. La evidencia nos señala que si alguien tiene intenciones agresivas contra Líbano y su gente es Israel. Y en contra de la evidencia el psicópata culpa a la víctima de sus propios crímenes.

Ahora consideren esto. Me paseaba por gabadiario cuando encontré un interesante enlace a la Red Voltaire:

Atentado contra Rafic Hariri: ¿Investigación falseada?

por Silvia Cattori*, Red Voltaire

Ex investigador criminalista en la antigua RDA, convertido en periodista después de la reunificación alemana, Jurgen Cain Kulbel redactó una contrainvestigación crítica sobre el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, documento que la Red Voltaire presentó al público árabe en Damasco, el 7 de mayo pasado, durante una conferencia de prensa ampliamente difundida. En esta entrevista, Jurgen Cain Kulbel aborda nuevamente el papel político de la Comisión de la ONU y la pista inexplorada de la responsabilidad israelí.

Silvia Cattori: Investigar el asesinato del primer ministro libanés Rafic Hariri siendo un simple periodista que trabaja solo, sin apoyo, cuando ya existía una comisión investigadora de la ONU que disponía de medios ilimitados para hacer ese trabajo, debe haber sido una empresa arriesgada.

Jurgen Kulbel: ¿De qué sirven una multitud de investigadores altamente calificados y medios casi infinitos de logística, de técnica criminalística y otros recursos de apoyo si durante la investigación del crimen se violan conscientemente todos los principios de los procedimientos habituales de investigación? Cuando se trata de investigar crímenes para descubrir a un culpable desconocido los investigadores acostumbran a seguir diferentes pistas para descubrir la que lleve a la persona que ordena el crimen. En el caso de Hariri, desde el primer día y aparte de varias otras pistas, las investigaciones deberían haberse desarrollado paralelamente en las direcciones siguientes, particularmente importantes: el Mossad, la CIA, los socios comerciales de la víctima y los libaneses residentes en el exterior. Pero no fue así como se hicieron las cosas. Por consiguiente, yo seguí una de esas pistas «abandonadas» que, a mi entender, resulta particularmente importante. Así empezó mi primer trabajo sobre el asesinato de Hariri.

Silvia Cattori: ¿Cómo tomó usted la decisión de trabajar sobre un tema tan amplio?

Jurgen Kulbel: Lo diré muy claramente. Después del asesinato, tuve enseguida la desagradable impresión de que lo que estábamos viendo no era tanto un fracaso de las investigaciones como que los investigadores de la ONU seguían –y continúan siguiendo– nada más que la pista siria. Me parecía sobre todo que la investigación era en sí misma un hecho criminal y premeditado, como en la primavera de 2003, cuando la falsificación y la fabricación de «pruebas» por parte de Estados Unidos y sus vasallos –una criminalidad de cuello blanco que quedó impune, situada al más alto nivel político– ayudó a legitimar la invasión de Irak, que fue una violación del derecho internacional. A mi entender, se trataba en ambos casos de un engaño inicial cometido por personas que dicen representar a las Naciones Unidas e instaurar la democracia cuando en realidad buscan someter a la humanidad o por lo menos participar en ese proceso de sometimiento.

Para responder finalmente a su pregunta sobre el caso Hariri, me parecía que la comisión que dispone de «medios de investigación ilimitados» sirve para engañar al público para completar el fraude. Se trataba, por así decirlo, de un crimen cometido en el marco de la investigación sobre otro crimen. Eso me parece monstruoso y me sigue irritando. (...)

Silvia Cattori: Mehlis fue descrito muy rápidamente como alguien que no tiene ninguna capacidad profesional para dirigir una investigación tan delicada. También se le reprochó el haberse apoyado en políticos libaneses corruptos y fuentes israelíes. ¿Usted confirma esas afirmaciones?

Jurgen Kulbel: En Alemania, más de uno de los que dicen conocer a Mehlis o su manera de trabajar afirman que es profesionalmente incompetente y, para decirlo de manera un poco familiar, que es un estúpido. Esa era también la opinión internacional sobre él en diciembre de 2005. Yo no creo que sea así. Como mismo los criminales desarrollan sus propias características en la realización de un crimen, Mehlis ha desarrollado su propio estilo en sus investigaciones. Si ese estilo, que se mantiene como un hilo rojo a través de su actuación, no corresponde a la imagen que generalmente tenemos de la ley y la moral, ya eso es otro asunto. Me gusta comparar eso con un deportista de alto rendimiento muy especializado. El «especialista» Detley Mehlis dispone aparentemente de características o de «cualidades» que permiten que otros puedan señalar como culpable a quién más les conviene a ellos, un culpable que él es capaz de fabricar. Siendo así es inútil contestar la segunda parte de la pregunta que usted me hace ya que él tuvo que recurrir forzosamente al tipo de elementos corruptos que usted mencionó.

Pero déjeme hacer un señalamiento que tiene que ver con Israel. Ibrahim Gambari, secretario general adjunto de las Naciones Unidas encargado de las relaciones políticas, dijo efectivamente, a fines de agosto de 2005, que Mehlis había establecido «una buena colaboración con Israel y Jordania» pero que no era así con Siria. Un verdadero chiste si se piensa en las redes del Mossad descubiertas en Líbano durante aquel año y que sembraron el terror con autos-bomba y asesinatos. Sin embargo, nadie en Naciones Unidas se interesa por establecer un vínculo entre eso y el caso Hariri. Es imposible dejar de preguntarse para qué sirve tener toda esa gente en Nueva York.

Silvia Cattori: ¿Podemos llegar entonces a la conclusión de que la comisión investigadora que se le confió a Mehlis no era más que un instrumento en manos de los neoconservadores que querían que se le atribuyera el atentado a Siria?

Jurgen Kulbel: Seguramente. Veamos el ejemplo de Serge Brammertz que es, por decirlo así, el abogado encubierto de John Bolton. Aunque el belga ha evitado, hasta ahora, culpar a Damasco del asesinato, deseo que Washington ha expresado con insistencia, y aunque ha subrayado que «la futura cooperación de los sirios será decisiva para la investigación», el famoso Bolton, conocido por sus impertinencias, se creyó en la obligación de traducir: «Brammertz nos deja entrever, de forma diplomática claro está, que Siria no siempre coopera plenamente». Eso quería decir que había que «aumentar la presión sobre Siria», de ser necesario «con una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU». (...)


Lean la entrevista entera aquí.